sábado, febrero 17

Adrena-Lina II

Siento fenecer aquel espíritu incansable que me decía insistentemente que luchara por lo nuestro, enloquece sin desprender la idea de empezar aquello que llaman, amor, y el porqué, lo desconozco, así también insisto en saber la razón que dices tener cuando me suscitas huyendo: calla, no lo digas.

Ya llevo 4 días sin estar en aquel ambiente que cautivó cada momento de mi estancia capitalina, recordar esos días me sería infinito y no he de terminar nunca, quizá ya lo haga pronto. He jugado de día, de tarde y al anochecer sentía que ya no vivía igual que ayer. Los sueños dicen que sueños son, lo reafirmo pero agrego que se dan cuando sientes vivir cada minuto de tu vida, no los viví ni los vivo, me pregunto que pasa ahora conmigo, dónde quedo eso, quién secuestró aquel espíritu soñador. Tú, tú fuiste -lo sé.

Quizá sea que te extrañé demasiado, o que ni siquiera pensé en ti, juego a que lo primero prima en mi cuerpo, pero en mi alma, confundida, lo que prima es tu rostro, aquel que me cautivó y me vuelve un insensato, aquel que me dice: eres un superhéroe, aquel que siempre me iluminó con una risa encendida estando aun en la más de las deprimentes situaciones, aquel que aferrado a la idea de no pasar hambre ofrecía tímidamente un cigarrillo.

Ahogado estoy ahora, el clima es el causante, esa es la respuesta que me planteo y lo hago para no caer en la tentación de pensar que la causante de mi calentura eres tú. Tú que me decías que era mejor que estuviéramos en invierno y no en verano, tú que hacías de los cortos viajes los más eternos momentos que ahora no puedo olvidar. Tú y tú-.

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