viernes, noviembre 20

Diadema pagana

Decía un autor de pequeño, muy pequeño él, que a su madre le desagrada la función de Martín, su esposo, pues su despótica figura actual no era de la cual ella se enamoró cuando juntos deslumbraban el plató donde eran reconocidos entre retumbes y graves sonidos.

Nos recibe en su oficina, contigua a la sala de reuniones. Pasé por delante de los demás miembros del directorio de una empresa pública. El inmobiliario, que guarda los sigilos que derrocarían su poder, tiene mejor espíritu que aquellos ilusos que sueñan ser inalcanzables por tener resguardo y subalternos a disposición.

La niña que atendió mi llamada odia la burocracia y las malditas moneditas de chocolate falsas. Así le llama, esta amante de los juguetes que carecen de una extremidad, a las relaciones que te regocijan de supremacía ante los demás.

"Vara pagana" fustiga el señor que porta unos anteojos azulados, haciéndome recordar al mercader veneciano que se suicidó porque su majestad le exigía matar a su hermano, caso contrario, perdería las riquezas de su madre, quien cansada de ver a su esposo obsesionado con el poder decidió convertirse en periódico arábigo.

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